La dualidad en el mundo del espectáculo

Lugares emblemáticos del espectáculo nacional

¿Existe alguien a quien no le resuene “Calle Corrientes”, Mar del Plata o Villa Carlos Paz como parte del espectáculo nacional? Con tan solo mencionar esos lugares, los pensamientos automáticamente se cargan de luces y anécdotas; y es que son los sitios más representativos de la actividad teatral en nuestro país. Son centros que evocan la rica tradición cultural y el esplendor de producciones teatrales, generando una conexión emocional inigualable con el público.

La industria del entretenimiento como motor cultural

No conozco ninguna persona que no se emocione con los recuerdos de programas y películas de la niñez o adolescencia, y no los sienta como parte de su vida. Resulta necesario conocer que detrás de toda esa magia existe una enorme e importante industria. Es la Industria del Espectáculo la que se expresa bajo los formatos de teatro, televisión, cine, publicidad, streaming y on demand. Para que esta actividad funcione, es indispensable la sinergia de todos los trabajadores que la componen y la respuesta del público; este último termina siendo quien dirige los hilos conductores del éxito o el fracaso de todo proyecto teatral o audiovisual.

La dualidad en el mundo del espectáculo

Existe una realidad absolutamente opuesta entre lo que el intérprete actoral le transmite al espectador y la realidad que viven todos los trabajadores del arte detrás de escena. Es la representación exacta de la simbología más distintiva del teatro. Estos trabajadores se muestran con su máscara de comedia frente al público y, en muchas ocasiones, viven sus derechos laborales a través de la máscara de la tragedia.
Las expresiones artísticas, desde las más exitosas hasta aquellas que nos han resultado una pésima elección, son parte indudable de nuestras vidas. 
La Industria del Espectáculo se encuentra en constante evolución. El contexto social, económico, cultural y tecnológico transmuta de un modo radical a una velocidad casi imperceptible. Los derechos de estas profesiones se encuentran absolutamente expuestos en una especie de limbo entre el pasado y el futuro. 
Me urge la necesidad de concientizar que más allá de la actividad de entretenimiento que nos brindan estos profesionales del arte, se trata de trabajos con carácter alimentario como cualquier otro, y como tal, requieren ser protegidos jurídicamente en su totalidad. 

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